Alvaro Andrés Echeverría
¿Puedes mantener un secreto... a salvo?

¿Cuántas veces hemos tenido que guardar un secreto? ¿Cuántas veces hemos tenido que encubrir algo o alguien? ¿Estamos dispuestos a salvar vidas ocultando secretos?
Guardarlos es más que tener una relación con la persona culpable, es ser parte del crimen, ser parte de la mancha que entró a tu vida, es marcarte con una etiqueta; lo puedo comparar inclusive con un tatuaje, aquel que decides hacerlo sin saber que algún día te arrepentirás.
¿Qué tal si un día llega una persona en quien confías mucho y darías todo por salvar y te confiesa un crimen? Quizás escuchas y das un consejo o quizás dices que está actuando de mala manera pero aún así encubres su culpabilidad; de manera que eso ¿nos haría buenas personas o quizás malas por ser cómplices de un gran desastre?
Cuando amamos a una persona estamos dispuestos a proteger, a perdonar, a encubrir, a mentir, a engañar para que no sufran los daños de sus acciones, pero ¿quién nos protege a nosotros? ¿Quién se encargará de nuestra ropa después de haber limpiado el desastre que nuestros seres queridos han hecho?
¿Es a caso que nuestras conciencias se purifican con una simple lavada? O ¿nuestros secretos son como el buen vino, aquellos que dejan la mancha imborrable de nuestra primera noche de alcohol?
Mantener secretos a salvo es más peligroso que tener armas a nuestra disposición y no saber usarlas; a lo mejor podemos salvar a quienes nos hacen daño y herimos a quienes amamos, de manera que si tenemos secretos ¿nos convierten en personas confiables o peligrosas?
¿Cuántos secretos tienes en tu conciencia, llevas la cuenta de ellos?